
Y finalmente el 24 de febrero se produjo un nuevo episodio del conflicto entre Rusia y Ucrania. No es una contienda nueva, sino tan solo un nuevo paso en una desavenencia que se remonta al año 2014 con la anexión de la península de Crimea, que era territorio ucraniano, a la Federación Rusa.
Sería demasiado pretencioso realizar un análisis a fondo de la cuestión, ya que este conflicto entre dos naciones que tienen fuertes lazos comunes, tiene raíces profundas y complejas. Pero quiero aprovechar la ocasión para condenar el desencadenamiento de estas hostilidades y la agresión a cualquier país soberano.
Si algo nos ha demostrado la historia es que la guerra solo trae destrucción, caos y dolor. Si bien antes los resultados adversos solo afectaban a las partes que participaban en el conflicto, ahora debido a la globalización, afecta a todo el mundo. Estamos en el siglo XXI y parecen un anacronismo las políticas imperialistas y el intento de modificación de las fronteras por la fuerza militar. Aprendamos a convivir en paz con los países vecinos y a luchar por conseguir la prosperidad para todos.
-Ángel Merino