
En las últimas semanas ha saltado a la palestra una problemática que hacía
tiempo que se venía gestando. Se trata de la imposibilidad de nuestros mayores de realizar gestiones bancarias a través de los cajeros automáticos. La digitalización y el desmantelamiento de las oficinas bancarias han provocado que las personas de más edad hayan perdido la posibilidad de llevar a cabo todas esas gestiones que antes hacían con esa persona de confianza en ventanilla. Es deber de todos los bancos ofrecer una solución óptima para estas personas. No hablamos de cancelar este tipo de servicio, ya que a los más jóvenes nos resulta más cómodo, sino de dotar a todas las personas mayores de medios de garantía para operar con su propio dinero. Todos sabemos de la importancia del trato personal y cercano siendo más importante con este colectivo por el riesgo de exclusión. La banca digital ha llegado para quedarse, pero la pregunta que debemos hacernos es ¿Debe imponerse a todas las personas con independencia de su edad y conocimientos?
-Ángel Merino