
Desde marzo de 2020 cuando se decretó el estado de alarma han pasado ya
casi dos años. Ese primer estado de alarma fue de 15 días. Ilusos de nosotros
nos creímos que en un par de semanas todo habría pasado y volveríamos a
nuestra vida anterior. Pronto nos dimos cuenta que la cosa no sería tan sencilla
ni tan rápida. Al principio la situación, que ninguno de nosotros había vivido
antes, nos parecía entre graciosa y surrealista. Cuando los fallecidos empezaron a llegar por millares, la gracia se esfumó, llegó el duelo, la pena y el miedo.
En diciembre de 2020 se empezó a vacunar en España. Ahora ya sí, parecía el
fin de la pesadilla. Ha pasado un año y dos pinchazos y todo parece estar como
al principio; contagios disparados, restricciones …, la normalidad parece no llegar, ni la vieja ni la nueva.
Sí bien es cierto que las vacunas reducen la gravedad de la enfermedad, lo que
hace que haya menos hospitalizados y sobre todo menos muertos, también es
cierto que las nuevas variantes del virus presentes y futuras nos van a tener
con el alma en vilo aún durante mucho tiempo.
-Ángel Merino